Las cacas del bebé

Las cacas del bebé

 

Este artículo fue escrito para la revista Ser Padres, y publicado probablemente en 1998 (no, no registro esas cosas). Las revistas siempre tienen que pulir los artículos, acortar o añadir o cambiar de sitio los párrafos para que cubran exactamente las páginas asignadas. Éste es el manuscrito que yo envié, corregido y actualizado ahora, en 2016.

 

El meconio

La primera caca del recién nacido es negra, brillante, pastosa y pegajosa. Se llama meconio, como se podría llamar de cualquier otra manera. Todos los nuevos padres se apresuran a aprender esta difícil palabra, convencidos de que es necesario hablar con propiedad para parecer padres curtidos. Pero, para su gran decepción, la criatura nunca vuelve a hacer meconio. No se desesperen; el saber no ocupa lugar, y la palabra bien podría salir en algún crucigrama.

Durante los días siguientes, el angelito hace unas cacas más líquidas, menos pegajosas, de color grisáceo-verdoso, que como no son ni chicha ni limoná se llaman de transición. Es sólo una manera de decir que quiere hacer cacas normales, pero aún no le salen.

 

La falsa diarrea

Por fin llega el tan esperado momento: las cacas normales del bebé.

Las cacas del niño que toma el pecho son de color amarillo dorado (aunque también se fabrican versiones amarronadas o incluso verdosas); de consistencia líquida y grumosa (con granitos de moco, como una sopa de arroz muy pasado, o con estrías de mucosidad); de carácter ruidoso y explosivo (“Parece que se ha ensuciado”, sugiere alguna abuela en la cola del pan al oir el ruido característico), y de olor agradable (quienes aún no tengan hijos pensarán que este último punto es una típica exageración paterna; pero lo cierto es que cualquiera puede distinguir la caca de un adulto de la de un niño de pecho con los ojos cerrados).

Pero la principal característica de las cacas del niño de pecho es su frecuencia. Suelen hacer caca durante o después de cada mamada. A veces no hacen tantas veces, sino “sólo” cuatro o cinco al día; pero a cambio hay criaturas que hacen “horas extras”, y regalan a sus papás algunas cacas entre toma y toma. El récord está en más de 20 cacas al día.

Algunos novatos, viendo cacas tan numerosas y tan líquidas, piensan que el bebé tiene diarrea. ¡Grave error! Es totalmente normal. Al bebé no le pasa nada, ni hay que darle ningún medicamento, ni líquido, ni dieta especial.

 

El falso estreñimiento

Al cabo de un tiempo, tal vez aburrido de hacer tantas cacas, el bebé comienza a hacer muy pocas. Casi todos los niños que toman sólo pecho están dos o tres días sin hacer caca. No es raro encontrar niños que sólo hacen caca cada 5 o 7 días. Y el récord del mundo está en más de un mes. Cuando por fin la hace, es tan blanda y grumosa como de costumbre (aunque de tamaño descomunal). No se le ocurra pesar a su hijo antes y después de una de estas cacas, podría llevarse un susto.

Una vez más, los novatos, al ver que la criatura no hace nada en varios días, piensan que está estreñida. Nada más lejos de la realidad. Porque el estreñimiento no se define por el número de las deposiciones, sino por la consistencia. Cuando un niño hace bolas gordas y duras, está estreñido. Eso es una enfermedad, porque la bola casi no cabe por el agujero, y por tanto produce dolor, y puede provocar hemorroides (almorranas) y fisuras anales (pequeñas heridas sangrantes en el culito). Hacer bolas duras es estreñimiento, aunque se hagan tres veces al día.

En cambio, hacer cacas blandas es lo normal, aunque se haga una por semana. La mayoría de los niños están felices y contentos, ajenos a la preocupación de sus familias. Algunas madres, sin embargo, aseguran que sus hijos, cuando llevan varios días sin hacer caca, están quejosos, como si les doliera la barriga. Es difícil saber si realmente las molestias son debidas a la caca, o más bien se trata de una coincidencia, como la “fiebre de la dentición”. A todos los niños del mundo les salen 16 dientes entre los 6 y los 20 meses, no hay día en que no les esté saliendo, les acabe de salir o esté a punto de salirles un diente. No es extraño que cualquier resfriado, diarrea o fiebre coincida con algún diente, y el pobre diente se lleva las culpas. Del mismo modo, puesto que todos los niños de pecho pasan varios días sin hacer caca, es fácil que cualquier llanto o molestia se atribuya al “estreñimiento”. En todo caso, las madres que creen que su hijo tiene dolor de barriga por lo de la caca suelen coincidir en que se calma bastante con un suave masaje en la tripita.

Como el estar varios días sin hacer caca es normal en un niño de pecho, no hay que hacer absolutamente nada: no hay que darle agua, ni manzanilla, ni otras hierbas, ni zumos, ni biberones. No hay que darle medicamentos, laxantes, “carminativos” ni gotas “para la digestión”. No hay que “estimularles el culito” con supositorios, termómetros, cerillas, tallos de perejil ni rabos de hoja de geranio untados en aceite. No hay que hacer absolutamente nada, salvo darle el pecho y esperar (y, quienes tengan un espíritu inquisitivo, apuntarlo en el calendario para ver si logran un nuevo récord. Si su hijo está más de un mes sin hacer caca, escríbanos).

¿A qué edad se produce este cambio espectacular, de la falsa diarrea al falso estreñimiento? En la mayoría de los niños, entre los dos y los cuatro meses, aunque algunos empiezan desde el mes. Podría haber algún niño de pecho que comenzase así desde el nacimiento, sin pasar nunca una temporada de cacas frecuentes. Pero también hay algunos problemas intestinales que se manifiestan con estreñimiento desde el nacimiento. Si su hijo no hace cacas frecuentes, al menos en las primeras semanas, coménteselo a su pediatra.

 

Cuando toman el biberón

Los niños que toman el biberón hacen la caca muy distinta a los de pecho. Suele ser más espesa (algunos francamente dura, pues son propensos al estreñimiento), de color marrón. No muestran los espectaculares cambios de frecuencia de los niños de pecho, sino que mantienen un ritmo constante, unas dos a cuatro cacas al día. Cuando un niño que toma el biberón pasa un par de días sin hacer caca, casi siempre es un auténtico estreñimiento: una bola grande y dura, que no pasa por el agujero… y que cada día se hace más grande y más dura, por lo que conviene tomar medidas a tiempo.

En cuanto a la lactancia mixta, es impredecible. Algunos niños siguen haciendo cacas “de pecho”, tanto en aspecto como en número, a pesar de tomar algunos biberones. Pero es más frecuente que un sólo biberón al día cambie totalmente el panorama, y que las típicas cacas del niño de pecho desaparezcan por completo. Por eso, hasta hace unos años, pocos niños llegaban a la fase de “una caca cada varios días”, porque pocos niños llegaban a los cuatro meses sin haber tomado biberones. Hoy, cada día son más los madres que dan sólo pecho, sin ningún biberón ni papilla, hasta los seis meses; y por tanto cada vez son más los niños que “no hacen caca”.

 

Qué hacer si hay diarrea

Por suerte, la diarrea es rara en los niños de pecho; pues sería difícil distinguirla de sus cacas normales. Para creernos que un niño de pecho tiene realmente diarrea, debe tener también vómitos, fiebre, sangre en las heces o un “mal aspecto general”.

En todo caso, si su hijo realmente tiene diarrea, recuerde que el objetivo del tratamiento no es que haga menos cacas. Si el problema de la diarrea fuera el número de deposiciones, el único peligro sería arruinarse comprando pañales. Los verdaderos peligros de la diarrea son la deshidratación (falta de agua y sales minerales) y, a más largo plazo, la desnutrición (falta de comida). Por tanto, lo peor que se puede hacer a un niño con diarrea es dejarlo sin beber o sin comer. No haga caso si le recomiendan mantener a su hijo en ayunas, o darle sólo arroz.

Si su hijo sólo toma pecho, siga dándole pecho, cuantas más veces mejor. Si la caca es abundante, puede que necesite agua o suero (como Sueroral hiposódico©) después de las mamadas (pero no en vez de las mamadas). Si su hijo toma sólo el biberón, siga dándole el biberón, en principio con la misma leche y a la misma dilución, y ofrézcale agua o suero después de las tomas. Si su hijo ya toma otros alimentos, ofrézcale la misma dieta a la que ya está acostumbrado. Como probablemente habrá perdido el apetito, no intente obligarle, pero procure darle lo que más le guste, y ofrézcale con frecuencia pequeñas cantidades. Cuanta más caca haga, o cuanto más vomite, más pecho y más líquidos necesitará; no deje de darle líquido porque ha vomitado.

Ante una diarrea importante en un bebé hay que acudir al médico, e irle dando el suero por el camino.

Sabemos que a veces nos leen profesionales sanitarios. Encontrarán las nuevas normas de la ESPGHAN sobre tratamiento de la diarrea en:

http://www.espghan.org/guidelines/gastroenterology/

 

Qué hacer si hay estreñimiento

El verdadero estreñimiento (bolas grandes y duras) es casi exclusivo de los niños que toman biberón. En algunos casos, puede mejorar con un cambio de la marca de leche. Compruebe que está preparando bien los biberones, con suficiente agua y sin apretar ni colmar las medidas de leche.

Si el bebé más o menos va “trampeando” y haciendo caca cada par de días, lo mejor es esperar pacientemente; y, cuando tenga edad para tomar otros alimentos, buscar los más ricos en fibra (legumbres, verduras, frutas, cereales integrales). Los masajes suaves en la tripita pueden ser útiles (siga la dirección del intestino grueso: es la dirección de las agujas del reloj). El zumo de naranja lleva muy poca fibra, y no suele hacer mucho efecto en el verdadero estreñimiento.

Pero a veces se produce un círculo vicioso: cuantos más días pasan, más grande y dura es la bola. Entonces es necesario intervenir, con un supositorio de glicerina o estimulando el culito con perejil con aceite (el termómetro es más peligroso, pues se puede romper en un movimiento brusco). Pero no conviene que acostumbre a su hijo a estos métodos, porque puede acabar perdiendo el estímulo natural, y no ser capaz de hacer caca por sí solo; de modo que si se ven obligados a usar el supositorio con frecuencia, mejor hablen con su médico para usar un laxante como el macrogol.

No le ponga lavativas a un bebé sin consultar al médico.